sábado, 25 de febrero de 2012

The Rain Song (no quiere terminar este aguacero...)


Dicen que si hay que repasar hechos que duelen en lo más profundo del alma, lo mejor es abrir la canilla y dejarlos salir como quieran venir. Y la verdad es que es así, no hay chance de que se los pueda referir de otra manera, ni pausada ni acelerada ni pensada ni un carajo. Esto duele en el alma, duele porque no es un espectáculo apático, que no transmite sentimientos, sino más bien todo lo contrario: es como el enfermo terminal que lucha por su vida sin saber que su destino a todas luces parece sellado. Y digo parece, porque siempre queda un hilito de esperanza de que todo de repente mejore por algún designio divino, como si dicho enfermo de repente se curase de algún modo inexplicable, pero la evidencia irreprochable que da la realidad te dice que no, que por lo visto todo se sigue yendo al tacho y el barco sigue yendo derechito al iceberg.

Esta larga introducción no es más que una manera de explicar el sentir que uno tiene con respecto a este momento del club. Un presidente mafioso, apañado por una barra violenta que calla todo intento de oposición que pueda surgir desde los hinchas (entiéndase que dichos mercenarios que alientan por plata claramente no entran dentro de la categoría de hincha), un equipo que va y va pero que no tiene las armas para lastimar al rival, una defensa de gelatina, 1 punto de los últimos 27 disputados, y el promedio que para la próxima temporada se perfila tétrico. Si me quiero poner optimista sobre el asunto, puedo decir que ya que la vida ya me dio la inmensa alegría de salir campeón, me falta que me dé la otra enorme alegría (un poco más masoquista, pero alegría al fin) de salvarse del descenso con el último aliento... pero bueno, si las cosas siguen teniendo el rumbo que tienen, no vamos a llegar ni a una Promoción.

Empecemos repasando lo acontecido en los 77 minutos que restaban jugarse del partido suspendido con Estudiantes. Una vergüenza perpetrada por la barra visitante, que suspendió el partido intencionalmente, no fue castigada por la AFA con el rigor con el que debería haber sido castigada (es decir, dándole los puntos al equipo perjudicado), y eso parece que al final de todo pasó factura. Un Banfield diezmado (recordemos que no estaban disponibles Brum, Gómez y Ferreyra, pilares del equipo) fue a aguantar la diferencia en cancha de un equipo a todas luces superior en lo técnico, y si bien contó con varias chances para ganarlo, lo perdió por dos errores defensivos fatales. Una pena, porque en los merecimientos se debería al menos haber empatado, más teniendo en cuenta la mencionada inferioridad con la que se afrontó el partido.

Un nuevo torneo empezaba en ese caluroso domiengo de Febrero, y Banfield tenía que afrontar un jodido partido de visitante en la ciudad de Rafaela. Nos hicimos el viajecito, plagado de percances que no viene al caso contar, recorrimos el pintoresco pueblo (con una tremenda milanga con fritas de almuerzo en un bar del centro incluida) y llegamos a la cancha para ver el doparti. Empezamos bien, controlando la pelota y haciéndola circular con prolijidad y esmero. El partido era parejo, con un par de chances por lado, hasta que en una dudosa jugada (había un offside que el juez no vio) un volante de ellos clava un terrible zapatazo al segundo palo, 0-1 abajo y a remontar la cuesta. El partido siguió con la misma sintonía, pero Banfield tenía ahora mayor posesión, que no se tradujo en gol por impericia al definir y la brillante actuación del arquero visitante, que tapó tres pelotas imposibles sobre el final del primer tiempo cuando más apretábamos, incluyendo una impresionante chilena de Alayes que no fue gol sólo porque ese muchacho estaba más inspirado que Achával en el cuento de Soriano. El primer tiempo terminó con los locales colgándose del travesaño en tres corners sucesivos, pero finalmente no se logró el gol tan ansiado. Y eso lo pagamos carísimo.
Bajo el agobiante calor de la pampa sojalechera, empezamos el segundo tiempo con la misma tónica, aunque ya sin ser tan filosos en ataque. El arquero local fue exigido una vez más tras un cabezazo luego de un tiro libre, y parecía que si seguíamos yendo finalmente íbamos a encontrar el premio, pero una vez más apareció la fatalidad. Aproximadamente a los diez minutos, un error combinado entre Delfino y Alayes provocó que este último bajara en la puerta del área al 7 rival que se iba de cara al gol. Insólitamente, el árbitro cobra penal, que claramente fue afuera (desde mi posición lo vi perfecto, aún siendo que ver bien el partido en esa tribuna de mierda es misión imposible). El 9 celeste lo cambió por gol, 0-2 y sensación de partido liquidado. Sensación que duró hasta el siguiente centro al área del conjunto albiverde (dicho sea de paso, estrenamos casaca que es una BE-SHE-SA), que otra vez volvió a salvar milagrosamente el 1 local. El partido se hizo chato, con algún ataque esporádico de los nuestros, que o se iba cerca o terminaba en las manos de esa especie de Supermán que atajaba para ellos. Ya llegando al final lo echan a Delfino, y en los descuentos vino la frutilla del postre de pesadilla: contraataque de 4 contra 2, queda solo (y en flagrante offside que una vez más el juez de línea no vio) el punta rival, que la cede al medio para la entrada del 9 que la empuja al gol, aunque no sin cierto esfuerzo. 0-3 y a otra cosa, un resultado exageradísimo si lo cotejamos con lo que fue el desarrollo del juego.

La segunda fecha nos ponía en casa frente a otro rival durísimo, Vélez. Arrancamos bien, controlando la posesión e intentando ser profundos en ataque, pero a la primera de cambio la desastrosa defensa hizo lo suyo: centro poco peligroso desde la izquierda, nuestro arquero que la manotea pero sin advertir que se la había dejado mansita a un contrario al borde del área, que la cedió al medio para que otro la empujara abajo del arco. Otra vez abajo en el marcador sin merecerlo. A partir de ahí no hubo equivalencias, el rival hizo lo que quiso, y así lo reflejó el resultado final. El segundo llegó luego de un flipper en nuestra área, un tiro en el palo de un jugador en otro evidente offside no cobrado, y un terrible sablazo de afuera del área de algún jugador velezano que vio la chance de aportar un misil al bombardeo y no lo desaprovechó. Ni chance nos dieron de reponernos en el entretiempo, porque al minuto del segundo tiempo un cabezazo del 9 visitante luego de otro centro desde la izquierda liquidó cualquier atisbo de reacción. Más tarde vino la boluda expulsión de Brum, y sobre el final otra cagada de la defensa, que se quedó estática luego de un centro desde la derecha, le permitió al 11 visitante estampar el lapidario 0-4. Resultado que reflejó la evidente superioridad técnica entre ambos equipos, y que nos dejas sumidos en el más hondo mar de dudas y tristezas.