miércoles, 28 de septiembre de 2011

Thinking of Suicide


Y sí, para suicidarse. La presentación de Banfield en el Estadio 15 de Abril invitaba a la ilusión, la cual venía siendo confirmada por el volumen de juego aceptable que venía mostrando el equipo a lo largo del segundo tiempo. Sin embargo, un contraataque veloz y preciso del equipo santafesino lo dejó de cara al gol al muerto de Barrales, ex del nuestro, que la clavó arriba y nos dejó solos en el último puesto. Otra semanita jodida se nos viene.

Los locales comenzaron dominando el partido, frente a un Banfield que no se acomodaba todavía en la cancha y sufría mucho en los centros cruzados, principal arma de ataque del rival. Tal es así que en uno de esos lances Barrales la mandó a guardar con un cabezazo esquinado desde el punto del penal, pero el juez de línea sancionó un offside inexistente, salvando a los nuestros de arrancar abajo una vez más. Cinco minutos más tarde, una buena jugada asociada del local encontró al 11 cara a cara con el Laucha, pero su disparo se fue apenas alto; Banfield respondió con un centro desde la derecha que encontró el taco del Zurdo con destino de ángulo, pero el Beto (quien este torneo viste la 1 del tatengue) ahogó el grito de gol enviándola por sobre el travesaño. A partir de allí el albiverde se despertó y siguió llegando, primero con una ocasión clara en la que el Chucky envió su cabezazo muy lejos desde inmejorable posición, luego con un remate apenas alto del Zurdo, entrando como una tromba por izquierda tras asistencia del Chucky, y finalmente con un flojo remate del propio Zurdo que contuvo el 1 local sin problemas. El Taladro terminó el primer tiempo dando una mejor imagen, y la gente se ilusionaba con que llegara en el segundo tiempo esa victoria que nos sacara del último lugar de la tabla.

Apenitas comenzada la segunda parte, un terrible remate del Zurdo (a esa altura el mejor jugador de la cancha) sacudió el travesaño, y en el rebote el Chucky quiso definir pero el balón que llevaba destino de arco rebotó en el Paraguayo, alejándose así el peligro. Ya se vislumbraba el dominio visitante sobre el partido, y se esperaba que el gol no tardaría en llegar. Los locales se arrimaron tibiamente con un centro desde la izquierda que produjo un entrevero en el área, donde se protestó un inexistente penal del Gus sobre el 11 tate, pero no pasó de ser un tímido acercamiento. El conjunto albiverde respondió con una pelota parada desde la derecha que casi termina adentro del arco del Beto por el defectuoso rechazo del 4 local, pero el local no se quedó atrás y con otro doloroso centro cruzado que cabeceó apenas afuera Barrales quedó claro que no se iba a resignar a meterse atrás y esperar de contra. Sin embargo, el Taladro seguía siendo más y casi abre el marcador cuando un violento derechazo de Acevedo (de buen partido, sorprendentemente) obligó a una respuesta esforzada de Bologna. A esa altura el doparti era palo y palo, y nuevamente el 11 local disparó desde lejos, para que el Laucha la enviara al córner dificultosamente. La lesión del Eze obligó a Lavolpe a mover fichas, que dispuso un esquema ofensivo con tres defensores y mucha proyección de los laterales volantes. Sin embargo, parece que el tiro le salió por la culata, porque luego de un peligroso centro al área local bien resuelto por el Beto, salió la velocísima contra que encontró a nuestra defensa muy mal parada y posibilitó un quirúrgico pase del 10 a Barrales, quien con una definición soberbia estampó el 1-0. El gol desmoronó el castillo de naipes visitante, quien a pesar de eso no se dio por vencido y siguió yendo al frente, con un remate desde afuera del área del Negro bien resuelto por el 1 local. Una vez más la suerte nos era esquiva, y otros tres puntos se nos iban gracias a la puta mala suerte. Y como era de esperar, ni el tiro del final nos salió: un rebote en un defensor tatengue encontró al Chucky (de flojo desempeño) solo en el punto penal, pero su definición con destino de gol rozó apenas en el Beto (quien había salido a achicar a las apuradas y totalmente desarmado) y se fue al lado del palo. El último córner a la desesperada tuvo igual destino intrascendente que todos los anteriores, y ya no hubo tiempo para más. Banfield se vuelve de Santa Fe sin nada en el bolso una vez más, y el futuro comienza a preocupar seriamente.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Rush Hour (sigue la recuperación)


El destino, se sabe, le gusta jugarnos malas pasadas. Y en esas malas pasadas, se sabe, hay una que es de sus preferidas: hacernos perder aquello que ya creíamos ganado, por circunstancias ajenas o (aún más doloroso) por error propio producto de la sobreconfianza que se tenía en la victoria. Esta introducción sirve para explicar un poco lo que es la desazón de no poder asistir a un partido de local que uno ya anotaba como "asistido". Problemas dentro de la familia y la falta de plata conspiraron contra el objetivo de este servidor, que debió conformarse (No Viejo, No Me Conformo Un Carajo!! váyanse todos a la mierda, manga de putos!!) con seguir las alternativas del partido por televisión. Un partido que, para ser sinceros, y a tono con lo que fueron los partidos del Taladro en el torneo, fue otro bodriazo por momentos infumable.

Apenas comenzado el partido, corrían unos segundos y un centro desde la izquierda fue conectado por la cabeza del Chucky, aunque la bola se fue bastante alta. El local comenzaba mostrando la chapa de que saldría a ganar como sea, pero el visitante no tardó en responder con un tiro del zurdito número 10 que se fue apenas ancho del palo derecho del Laucha. Olimpo apretaba arriba, y esa presión generaba numerosas imprecisiones en la salida albiverde, que sufría y jugaba mal. Se despertó el ataque banfileño, con un bochazo del Negro para Chucky, que con la marca del central encima giró y sacó un remate débil, que probablemente habría terminado en la red si no hubiera existido un evidente agarrón del rival no sancionado por el juez. Y como al destino le gusta ser un garca hijo de puta, un minuto después el 9 visitante recibió un foul que me voy a limitar a llamarlo como "cobrable", y el 10 del conjunto aurinegro la clavó en el ángulo izquierdo del Laucha con un disparo soberbio desde treinta metros. Una vez más en desventaja en el marcador, recordando que las seis veces anteriores que se comenzó perdiendo finalmente se perdió, por supuesto. Hubo poco atisbo de reacción en el conjunto local, aunque la gente se levantó cuando el 3 visitante perdió la pelota en la salida y la jugada derivó en un horrible remate del Negro que se fue no demasiado lejos. Un par de minutos después, un tiro libre otorgado a Banfield le dio la posibilidad al Zurdo Elu de poner el empate, pero su potente remate al palo del arquero hizo lucir al 1 visitante que la envió al córner. Casi llegando al final de la etapa inicial, un pelotazo en forma de centro al área le cayó al muerto de Ladino tras un entrevero, pero su puntinazo alto fue fácilmente controlado por el guardavallas del equipo sojero. La visita sólo intentó algunos ocasionales contraataques, sin mucho peligro pero como aviso de lo que podía llegar a suceder si se ponían las pilas. Pasó el primer tiempo sin pena ni gloria para el Taladro, que una vez más se estaba quedando sin nada en su estadio ante un rival que parecía haber venido a ver qué onda y se estaba llevando el alto premio.


Al comenzar el segundo tiempo, nuestro DT el Richar metió un cambio ofensivo clave: ingresó el pechifresco Laso en lugar del HORRIBLE Acevedo, para pasar a atacar con dos delanteros y medio (en el primer tiempo el paraguayo que jugaba de segunda punta se lesionó y tuvo que entrar el Chony). Pudo verse que el local salió con otra actitud a disputar el segundo tiempo, y eso se vio reflejado a los cinco minutos cuando una peligrosa peinada del Chucky en el primer palo tras un córner desde la derecha obligó a la estirada del golero aurinegro que atenazó la bola. Pero el conjunto visitante no iba a dejarse atacar sin responder, y una contra conducida por el 10 nos puso los huevos en la garganta a unos cuantos, aunque gracias a Dio la terminaron mal. Por suerte el cambio de actitud tuvo rápido premio y pudo llegar el puto empate: córner desde la izquierda, peina el Chuky la bola, la cual realiza una parábola por sobre el área chica y cae en el botín derecho de Laso, quien la empuja en el segundo palo. GOL, el primero para el Taladro como local, y la primera vez que lograba remontar un resultado adverso. Sin embargo, parce que hasta ahí le llegó la nafta a los muchachos, que se dejaron dominar por un visitante que luego del gol en contra volvió a copar la parada en el medio y amenazó con volver a llevarse los tres puntos, aunque con dificultades para llevar riesgo a la valla del Laucha. El partido se sumió en la intrascendencia total, y algunos ya se estaban durmiendo hasta que a los 40' de vuelta el zurdito enganche de los visitantes sacudió la modorra: un precioso pase a espaldas de los centrales dejó al lateral derecho cara a cara con el Laucha, pero demoró en definir y entre el uno y el Chelo evitaron la caída de nuestra valla. Un par de minutos después, Banfield respondió con un tiro lejano de Laso que se fue cerquita, y Olimpo no quiso ser menos con un terrible fierrazo que sacó un recién ingresado que obligó a una estirada alarmante del Laucha, mandando la pelota al córner. No hubo tiempo para más, fue un empate de local que, si bien no es un gran resultado contra un equipo que a priori no parecía ser un escollo durísimo, terminó complicándonos la vida bastante y pudo perfectamente haberse llevado un triunfo de nuestras tierras. De modo que el punto sirve, es valorable haber sumado el primer punto en condición de local, y los síntomas de mejora siguen apareciendo. Falta mucho todavía, es cierto, pero ya podemos imaginarnos una escalada en la tabla, cuando visitemos el lunes en un horario de mierda a Unión de Santa Fe, flojo equipo que como local tampoco ha ganado. Pero ésas líneas serán escritas más tarde, si Dio quiere, no? (ya veo que no quiere y me muero mañana, bueh, si llega a pasar eso díganles que morí infeliz(?))

domingo, 18 de septiembre de 2011

Now And Forever


Sábado 17 de septiembre. Jonte y Concordia, Buenos Aires. Aproximadamente 16:30 de una calurosa tarde de invierno. Por Jonte se acerca lentamente un 135, que antes de desviar su recorrido por Concordia deja bajar unos cuantos pasajeros, entre ellos él. Comienza a dar vueltas por el barrio, hasta que en la esquina de Gonzalez y González (no es joda, hay que ser bastante hijo de puta para tener dos calles de nombres casi iguales en el mismo barrio y que encima se crucen) pregunta a un policía dónde es la entrada visitante. Una vez resuelta la duda, hacia el estadio se dirige, admirando el sencillo y hasta entonces desconocido barrio de Floresta / Monte Castro (whatever, se 'gual).
Mientras es cacheado en la entrada, piensa en la actualidad del equipo que hoy será visitante en el estadio Malvinas Argentinas. Seis derrotas al hilo, y arrastrando unos 600 minutos sin convertir, ponen al equipo anteriormente citado en una posición que ya roza el hazmerreír. "Hoy se corta" piensa mientras ingresa a la tribuna, "qué banda trajimos hoy vieja, ni lugar hay", con la vana esperanza de que el aliento de la gente aporte a la causa de sacar al club del pozo.

Logro ubicarme arriba de los paraavalanchas de atrás del arco que da a Miranda, luego de haber buscado infructuosamente un lugar más cómodo para ver el partido. "Habrá que pensar en alentar en vez de mirar el partido"; y sí, porque una vez que la banda se ubique por acá probablemente yo no voy a ver una mierda (suposición confirmada luego de que terminaron de colgarse los tirantes en ese sector).
Salen los equipos a la cancha, uno los míos (obviamente inflados con anticipación) a la multitud de globos verdes y blancos que son arrojados al campo de juego en medio del griterío ensordecedor de ambas parcialidades. Luego del saludo formal y la foto del equipo, el partido comienza, sin mucha claridad en el ataque de ambos equipos, con mucha fricción e imprecisiones en mitad de cancha. Pasados unos cinco o diez minutos, veo inresar la barra al típico grito de guerra de "ya llegoooooooo ya llegó la banda del Taladroooooo, ya llegoooo ya llegó la banda la del Campeón", quienes se ubican cerca de mi sector.
El partido continúa trabado en mitad de cancha (ma' si, ya fue, basta de eufemismos vieja, lo digo sin pelos en la lengua, era un bodrio monumental, la horripilancia al servicio del asco) y las hinchadas, aburridas, se bardean entre sí. No pasa mucho más, y veo el primer tiempo transcurrir sin pena ni gloria mientras el sol baja hacia el horizonte tras unas molestas nubes de resolana.
18:56, un lastimoso remate de Acevedo que se va ancho por poco y el árbitro da por finalizada la etapa inicial. El entretiempo sigue su curso con poco para destacar, más allá de las lógicas puteadas de parte mía y los nuestros hacia un salame ubicado junto a la barrabrava local que luce orgulloso (no sé de qué) un camperón de Temperley. Habría que haberle avisado que eso le da más frío en vez de abrigarlo, pero bueno, como dijo Miguelito Ru$$o, son decisiones. Salen de nuevo los equipos al terreno de juego, y se produce el pitazo inicial, acompañado de un generalizado "vaaaaaamo che, vamo que se puedeeeeee!!". El doparti continúa con la tónica del primer tiempo, aunque quizás un poco menos bodrio. Mi aliento aumenta de intensidad con cada mísero lateral en ataque (después de tanta sequía pareciera que me conformo con cualquier mísera oportunidad, como el adolescente virgen depresivo que como no la pone nunca se vuelve contento del cheboli si se comió al menos a una mina, aunque no haya logrado nada más avanzado), total, algo es algo, no?

Quizás ese mismo, quizás otro, pero "algo" se percibe en el aire, vos lo sentís, como si supieras que algo grande está por venir. Un terrible tiro de nuestro lateral izquierdo sacude el travesaño y levanta aún más a la hinchada, donde vos sos uno más gritando y alentando porque en el fondo sentís, percibís, ansiás eso se que viene. Y en ese momento lo ves caer. Pelotazo largo hacia el Chucky, que le gana la posición al 4 rival, encara al 2 y al no tener lugar para el remate, cede la bola al Negro que entraba como una tromba listo para romperle el arco al uno local; el 3 de ellos le tapa el ángulo de tiro, de modo que al recibirla la tira larga para sacárselo de encima y recibe el foul al borde del área. Tiro libre peligrosísimo y las sensaciones que se empiezan a acumular en tu cabeza. "Se nos dará acá?" pensás, mientras sentís la emoción que embarga a unos cuantos de esos loquitos que se encuentran de a miles justo al lado tuyo, algunos rezando, otros gritando desaforados arriba de un paraavalanchas sin ninguna noción de lo que ocurre adentro del terreno de juego, y otros (como vos) en silencio a la expectativa de eso que se ve venir. El Zurdo Elu y el Negro se paran frente a la pelota, y la tensión se apodera del ambiente; el estadio está en completo silencio (o por lo menos eso te parece a vos, que dejaste los sentidos del tacto, oído, gusto y olfato para centrar exclusivamente tu mirada en ese puntito blanco a unos 90 metros de distancia, objeto de uso central en este hermoso deporte llamado fútbol). Mientras el Zurdo se aproxima a la bola la espectacular tensión que se siente en el aire comienza a llegar a su punto máximo, que llega a su cenit en el momento del impacto y continúa allí hasta que la pelota, en su curvilínea trayectoria, besa las redes del arco que da a Jonte con majestuosa belleza. Y en ese precioso instante se desata todo: la locura generalizada en esa tribuna donde unos miles de locos vinieron a ver el final de la mala racha, ese grito de GOL que ensordece, que es desahogo, festejo, pero que a la vez da inicio a una nueva agonía, la de esperar el final del partido para saborear ese triunfo tan anhelado, ese chaparrón que apaga la sed de las tierras que son un pedacito de nuestra felicidad. Y en aquel precioso momento, aquel donde se corta un sufrimiento largamente sufrido (valga la redundancia) para iniciar otro sufrimiento que se espera sea más breve y por ello "disfrutable", es cuando el "yo", el "vos", el "él", se transforman en el "nosotros".

Y bueno, somos así, no lo podemos evitar. La locura que se apoderó de nuestros pensamientos, de nuestras acciones, de nuestro entero ser, es algo que simplemente no se puede describir con palabras. Forma parte de nosotros, como la depresión frente a la inacabable y pesada rutina, la contradicción que es propiedad humana, el amor, los vicios y obviamente el odio a Lanush. A partir de que los locales sacaron del medio, comprendimos que ese "nosotros" ya englobaba absolutamente todo, y que estaban comprendidos dentro de él tanto los hinchas y los jugadores como las banderas, los tirantes, el alambrado, los postes de nuestro arco y hasta el propio césped, y que nuestra misión colectiva era defender ese valiosísimo 1-0 que nos estábamos llevando de tierras desconocidas y que significaba tantas cosas buenas a futuro (inmediato y no tanto). Así fue que los hinchas empujamos al equipo desde atrás de los alambres, sin importarnos lo afónicos que ya estábamos ni el frío que comenzaba a sentirse al terminar de caer la tarde bajo la (ahora) artificialmente iluminada cancha de All Boys. Fueron minutos de sufrimiento, que parecieron horas, con nuestro equipo (saliendo un poco de las melosas metáforas literarias, vale aclarar) colgándose del travesaño de manera alevosa, reventando la pelota cada vez que se acercaba al área, ante un rival que con doble nueve tiraba pelotazos sin que se le cayera una mínima idea, ni siquiera en los 4 minutos de recupero que dio el 4to árbitro. Y llegó nomás el pitazo del juez, y la algarabía se desató desde aquella colmada tribuna visitante que no había parado de gritar ni un mísero instante de los 90' reglamentarios. Porque la racha se había acabado, porque las seis derrotas consecutivas eran historia, porque los fantasmas se habían ido, porque ahora la vida nos sonríe y nos hace un guiño con ese regalo que algunos pueden considerar mínimo, despreciable, mundano, pero que nosotros bien sabemos que significa un trozo de felicidad inmediata y a la vez eterna.

Por eso ustedes están gritando sin parar, por eso no se quieren ir del tablón aunque la policía los arree contra la salida. Por eso le dedican con gestos el triunfo a la platea local mientras se los obliga a abandonar esos escalones que son ahora y para siempre el lugar donde abandonaron los demonios, porque saben que este instante irrepetible merece ser disfrutado hasta lo último, igual que un buen vaso de ferné bien dulce merece ser saboreado hasta la última gota. Ahora se dirigen a continuar con sus vidas, la mayoría en los mismos micros que los trajeron desde Zona Sur, otros en sus autos particulares, y ustedes, los menos, a pie, buscando la parada de ese bondi que los devuelva al rrioba, quizás lejano, quizás acá nomás.

Por algo ellos nunca van a entender. Porque nunca supieron lo que es la pasión de ir a la cancha a alentar a tu equipo, las dificultades de bancarse la parada en las discusiones futboleras por ser hincha de un equipo de los denominados chicos, lo que es el sufrir cuando a tu equipo lo pelotean incesantemente, lo que es el tener el corazón en la mano cuando tu 9 está por patear un penal definitorio, lo que es el ahogo cuando la pelota está por cruzar la línea de gol, lo que es la euforia de gritar un gol después de muchísimo tiempo, lo que es la alegría de saltar y gritar al compás de tu hinchada festejando un triunfo que vale oro, lo que es la resignación de no poder asistir a un partido de tu equipo por causas personales, lo que es la emoción al ganarle un clásico a tu rival de toda la vida, lo que es la desazón de haberlo perdido, y muchas otras cosas más que este increíble deporte nos hace vivir. Por eso ellos se ríen, se encogen de hombros y te miran con aires indulgentes diciendo "es solo un partido che, no pasa nada". Porque simplemente ellos nunca lo van a entender.

Y ahí está él, el protagonista de esta historia, luego de haber dado varias vueltas por aquel barrio, llegando (tras indicación de un chofer de la misma línea pero en recorrido contrario) a la esquina de Lascano y Cuenca, donde está la parada de ese 135 que lo va a devolver a su barrio de origen. Cruza la calle y pispea en el televisor de una juguetería en esa esquina los primeros instantes del Merlo-River, mientras piensa en la inmensa felicidad que le ha otorgado hoy el club de sus amores. Llega el bondi silenciosamente, dejando al pibe subir y pagar ese $1,25 que es mucho dinero, y poco a la vez. Se acomoda, parado, en la mitad del colectivo, silbando esa canción de cancha que hoy sonó fuerte y orgullosa, ese "corrimo' a los del granaaaaaa y a los borrachos de tablón, Banfield vos sos mi vidaa, vos sos la pasioooooon!!". Aquel 135 ya está doblando por Diaz Velez desde San Martín, denotando que falta poco para llegar a destino. En Acoyte y Avellaneda se baja, revoleando el buzo, y da la vuelta a la manzana entonando aquel cántico que ya es casi un mantra interno. Saca la llave y abre la puerta del edificio, dando por finalizado ese viaje místico, y comienza a prepararse internamente para lo que será la salida de ese sábado feliz, y lo que será el partido de este martes contra Olimpo, para continuar con la recuperación futbolística del club que tanto ama. Pero eso, bien sabe él, será otra historia, y ya habrá tiempo de contarla.