lunes, 9 de julio de 2012

Cap. 5

Well, they say I'm bein' punished
And they say I can be reformed
But some day I'll return
Did they really think that
This time it would work
You knew all along it wouldn't...

Oh, I'm prison bound
I did a crime one too many times
It's on the outskirts of town, by the railroad tracks
Where the country moon shines
Oh, I'm prison bound
Tell my girl I'll be back one day

Oh, I'm prison bound
I may never know any other way

Ya estaba todo dicho, no había vuelta atrás. Nuevamente el invierno asolaba las calles de Buenos Aires, mientras se producía, una vez más, el retorno al viejo hogar. Aunque, es justo decirlo, y aún siendo que su familia seguía habitando allí y lo esperaban con la misma sonrisa de siempre, la palabra "hogar" le quedaba enorme a aquel viejo departamento que había habitado desde los 5 años. Porque lo cierto es que uno puede haber pasado toda la infancia en el mismo lugar, pero si los acontecimientos de la vida te llevan a que tu corazón se establezca en otro lugar, ya no hay vuelta atrás. Aún incluso después de ver de nuevo a viejas amistades y familiares, el sentimiento de desapego no había cambiado en lo más mínimo: su corazón ya no estaba en esta ciudad, se había quedado allá, a lejanos 700 kilómetros de este lugar. Ahora, esta habitación tan conocida y muchas veces disfrutada, se tornaba simplemente en una cárcel en la cual uno debe cumplir la condena previamente establecida (en este caso, un par de semanas). Repasó casi con desprecio los sucesos ocurridos en los 3 días que llevaba pasando las vacaciones de invierno en su ciudad natal, casi como terminando de autoconvencerse de que ya nada más podría obtener de este lugar, y de que la rutina de estar al pedo las 24 horas del día ya no tenía la más mínima gracia.

Sumido en pensamientos negativos, se tiró en la cama a reflexionar, mientras lo invadía una sensación de vacío hasta entonces no tantas veces conocida: simplemente, la extrañaba demasiado. Inexorablemente la acción siguiente sería rememorar los hermosos momentos que había pasado con ella, que sin ninguna duda habían sido los mejores de su vida. Recordó el precioso primer día de la relación, el mágico momento del primer beso, las innumerables juntadas en ese místico departamento, la primera vez que ella le permitió explorarla, alguna que otra salida bizarra, la noche que se pusieron de novios, todas las noches que pasó pensando en ella cuando estaba ocupada y no podían verse, todos los sentimientos que se le vienen encima cada vez que la ve, la primera vez que hicieron el amor y todas las siguientes, el precioso día que pasaron el último día antes de su partida... y por sobre todas las cosas, la recordó a ella. Sus atractivos y oscuros ojazos, las mejillas tersas, el precioso pelo que nunca le dejaba acariciar, la belleza e irresistibilidad de su labios, la blancura angelical de su delicada piel, sus esculturales y acariciables atributos, su tibia humedad, y por encima de todo su bondadosa personalidad. Esa personalidad tan amable, tan severa y tan encantadoramente cautivadora, que tan bien había sabido enamorarlo, y que tan bien retribuía su amor. Es la cosa más linda del mundo, simplemente es imposible que pueda amarla y necesitarla más, pensó, y en ese momento se acordó de que no estaba con ella, de que no la tenía, de que aún faltaba más de una semana para que pudiera tenerla de nuevo entre sus brazos, y que mientras tanto estaba estancado en este lugar sin progreso posible y sin mayor alternativa que esperar que las horas restantes pasen lo más rápido posible. De cualquier manera, contra ello no había oposición posible, así que (tal cual la razón nos indica) de nada servía lamentarse por algo que no podemos cambiar. Claro que andá a decirle eso a este corazón que implora tu presencia, que le duele cada segundo de saberte lejos, que te necesita más que al aire, más que al alimento, más que a su propia existencia.

Todo lo que queda, simplemente, es tener paciencia, ponerle el pecho a la situación, y albergar la esperanza de que no falta mucho, de que los días pueden pasar rápido, y de que más temprano que tarde te voy a tener de nuevo entre mis brazos y así poder darte uno de esos besos que significan "no te das una idea de lo que te extrañaba" y susurrarte al oído que, simplemente, te amo más que a mi vida.